Veronica Forqué, un rostro imprescindible
— 6 septiembre, 2017
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6/9/2017.- Actriz todoterreno y rostro imprescindible de una época de nuestra cine, Verónica Forqué acumula en su trayectoria una lista inagotable de premios a los que se suma la Espiga de Honor de la Semana Internacional de Cine de Valladolid, otorgada en 2014.
Es uno de los rostros más reconocibles del cine español, y también una de las voces más inolvidables. Su doblaje de Shelley Duvall en El resplandor ha conocido posturas muy encontradas, si bien es cierto que Stanley Kubrick la escogió personalmente en su afán de controlar cada aspecto de la creación de su obra y los profesionales del cine y del doblaje coinciden en que su trabajo fue, a la hora de capturar el registro, el tono, el timbre y la intensidad de una voz, impecable.
Pero Veronica Forqué recuerda como “divertida” aquella experiencia, según una entrevista al diario La Razón en 2012, y no se preocupa por las críticas. Este doblaje puede ser lo más representativo para el aficionado medio al cine, pero su experiencia es aún más versátil, lo suficientemente meritoria como para que en la 59ª Seminci le concediera una Espiga de Oro de Honor.
Tras su debut sin acreditar en Mi querida señorita de Jaime de Armiñán, en la que solo contaba con 16 años; continuó su vida alternando pequeños papeles en series de televisión como Curro Jiménez y roles cada vez más importantes en el cine, algunos tan memorables como el de la Vito en La guerra de papá.
Su vis cómica fue hábilmente explotada por Almodóvar en ¿Qué he hecho yo para merecer esto? y Kika, en la que ganó su segundo Goya como mejor actriz principal tras La vida alegre, una estatuilla que hizo póker con sus dos galardones a la mejor actriz secundaria por Moros y cristianos y El año de las luces.
A lo largo de su carrera, también destacan sus actuaciones en Sé infiel y no mires con quién, ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?, El tiempo de la felicidad y Bajarse al moro, a partir de la novela homónima del vallisoletano José Luis Alonso de Santos.
Entre sus últimos papeles, merece la pena reseñar Sin vergüenza, Clara y Elena, Reinas, La dama boba o Ali. En los últimos años, se ha prodigado más en el teatro, tanto actuando como dirigiendo, con representaciones de Doña Rosita la soltera, ¡Ay, Carmela!, Shirley Valentine, Así es, si así fue, Buena Gente, Los hilos de vulcano o La respiración.
Publicado en el número 51 de la Revista Seminci (18-25 de octubre de 2014)
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