Akira Kurosawa, el ‘Emperador del cine’
— 28 noviembre, 2018
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Akira Kurosawa
28/11/2018.- Akira Kurosawa, el “Emperador del cine”, ocupa uno de los lugares de privilegio de la historia del séptimo arte y de la Semana Internacional de Cine de Valladolid. Kurosawa es una de las figuras esenciales del cine y uno de los pocos nombres de los que verdaderamente puede decirse que cambió de alguna manera este arte.
Con una treintena de obras a sus espaldas, Kurosawa posee una filmografía repleta de títulos que forman parte de las mejores páginas de la cinematografía. Admirador de la cultura occidental pero también fuertemente arraigado a las tradiciones de su país, el realizador mostró interés antes por la pintura que por el cine. Una pasión que se deja entrever en muchas de sus películas, auténticos lienzos en movimiento.
No fue hasta finales de la década de los 30 del siglo pasado cuando Kurosawa entró en contacto con el cine, trabajando como ayudante de dirección de Kajiro Yamamoto, antes de firmar su primer largometraje como director, La leyenda del gran judo. Muchos de los primeros títulos del japonés están marcados por su carácter nacionalista y la presencia de elementos que recordaban la tensión bélica de aquellos años. Pero tampoco faltan en esta primera etapa películas en las que adopta un tono crítico con la realidad de un país a contracorriente en muchos aspectos.
‘Barbarroja’, Espiga de Oro de la 12 Seminci
Con Rashomon el nombre de Akira Kurosawa comienza a hacerse conocido en todo el mundo. A partir de ese momento su trayectoria estaría plagada de obras de una maestría y una ejecución incontestables. En 1954 dirige una de sus películas más reconocibles, Los siete samuráis, que ha dado pie a innumerables revisiones.
La Semana muestra por primera vez la obra de Kurosawa en el año 1963. La primera película que llega a Valladolid es Trono de sangre (Kumonosu jô, 1957), que se proyecta en la 8ª edición y que recibe una de las Placas de Honor de la Comisión Consultiva. Otra obra del realizador nipón cierra la programación de la siguiente edición: El infierno del odio (Tengoku to jigoku, 1963), que obtiene un accésit del Premio R.I.J.F. (Encuentros Internacionales de Cine para la Juventud).
Es en la 12ª Semana, en 1967, cuando el maestro Kurosawa recibe la Espiga de Oro del festival por Barbarroja (Akahige, 1965), así como el Premio Union International de la Critique de Cinéma (UNICRIT). Yojimbo, Trono de sangre, La fortaleza escondida, Dersu Uzala, Ran… Son algunos títulos firmados por el director, que integran una imponente lista que pone de manifiesto la autoridad cinematográfica de un verdadero genio.
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