Sussane Bier
4/9/2017.- La Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci) es, año tras año, coto abierto para que realizadores debutantes se den a conocer y muestren sus primeras obras cinematográficas. El certamen, de hecho, otorga un premio destinado a estas figuras en ciernes que comienzan a deslumbrar.
Siempre hay una primera vez para todo, también para dirigir una película, interpretar un papel protagonista en un largometraje o saborear el triunfo y el éxito con alguno de tus trabajos. Festivales de cine como Seminci son un verdadero escaparate al que los cineastas debutantes se aferran para darse a conocer y comenzar a labrarse un camino prometedor en la industria.
El de Valladolid, de hecho, tiene entre sus objetivos más claros, y ahí está la programación de sus secciones principales para refrendarlo, el de sacar a la luz nuevos y prometedores directores en cuya labor confía ciegamente.
Desde hace alrededor de un cuarto de siglo, además, otorga un premio que reconoce, precisamente, el trabajo de los realizadores debutantes. Primero con el nombre de Françoise Truffaut y, más tarde, con el de Pilar Miró, el galardón ha recaído en nombres que después han desarrollado una carrera a la altura de lo que aquellas primeras cintas hacían presagiar.
El argentino Carlos Sorín fue uno de los primeros en recibir este premio en Valladolid por su debut cinematográfico, La película del rey. Con apenas seis películas en su haber, Sorín es, veinticinco años después de su primera visita a Valladolid, uno de los nombres clave del pujante cine de su país. En la penúltima edición de Seminci, la celebrada en 2008, traía su último trabajo (La ventana) hasta la Sección Oficial para hacerse con un nuevo premio, el que concede la crítica internacional.
Susanne Bier, directora danesa ligada al movimiento Dogma 95 que impulsó su compatriota Lars von Trier, recibió el premio al mejor trabajo novel por Freud se va de casa en 1992. Tras este título, Bier dirigió A corazón abierto o Hermanos, un drama familiar que Hollywood ha versionado recientemente. Después de la boda, candidata a los Oscar de 2006, es uno de sus últimos largometrajes.
El alemán Wolfgang Becker logró con Good Bye, Lenin! un enorme éxito en la Seminci de 2003, pero unos años antes ya había sabido lo que era figurar por mérito propio en el palmarés del certamen. Lo hizo en 1997 con su primer largometraje para el cine, La vida en obras. Pablo Trapero debutó en Valladolid con Mundo grúa, a la que seguirían otros títulos como Familia rodante o Leonera.
Más suerte tuvieron otros directores que sí lograron con sus primeras o segundas películas el reconocimiento del certamen, como Alexander Payne, por Election; Sofia Coppola, por Lost in Translation, o Steven Zaillian, guionista de La lista de Schindler o Gangs of New York, por En busca de Bobby Fischer.
Fernando León de Aranoa
Españoles con premio
Adán Aliaga, consiguió en 2009 el premio Pilar Miró por su primera cinta de ficción, Estigmas. Es el tercer director español que se hace con el trofeo, tras Icíar Bollaín y Fernando León de Aranoa. La primera lo logró en la edición de 1995 por Hola, ¿estás sola? Bollaín, actriz en películas como El sur, de Víctor Erice, o Malaventura, de Manuel Gutiérrez Aragón, se pasaba a la dirección con una comedia en la que participaban Candela Peña y Silke y que dejó entrever su sensibilidad para tejer historias sencillas cargadas de veracidad, además de su habilidad para arrancar grandes interpretaciones a sus actores. Algo que refrendó en cintas posteriores como Flores de otro mundo, Mataharis o Te doy mis ojos, su trabajo más celebrado hasta la fecha.
Si en 1995 era Bollaín la mejor debutante en Seminci, un año después el certamen otorgaba a Fernando León de Aranoa el mismo reconocimiento. La Sección Oficial contaba en esa edición con su primer y sorprendente largometraje, en el que destacaba un milimétrico guion y un conjunto de actores en el que sobresalía Juan Luis Galiardo. Familia fue el primer éxito del director madrileño y el primer escalón de una carrera que le ha situado en el grupo de cabeza de los cineastas de nuestro país.
Tras el peculiar retrato de familia de ese primer título, amplió el escenario en Barrio y logró un extraordinario éxito con Los lunes al sol, una mirada directa pero esperanzada del drama del desempleo con Luis Tosar y Javier Bardem en sus papeles principales. Con Princesas o su fragmento de Invisibles incidió en el cine social y en 2010 tiene previsto el estreno de su último largometraje, Amador, un drama centrado en la vida diaria de un anciano.
Publicado en el número 15 de la Revista Seminci (Verano 2010)