Basilio Martín Patino, en su última visita a la Semana en 2012
13/8/2017.- Basilio Martín Patino (29 de octubre de 1930-13 de agosto de 2017) fue uno de los cineastas españoles más estrechamente unidos a la Semana Internacional de Cine de Valladolid, un hecho especialmente significativo para alguien que reconocía que “no me gustan los festivales”. Estas palabras las pronunció tras recoger la Espiga de Honor en la clausura de la 47 Semana, celebrada en 2002, que le dedicó una retrospectiva completa que incluía con todos sus cortos, largos y obras para televisión, además de un libro escrito por Juan Antonio Pérez Millán y una mesa redonda.
Basilio Martín Patino, diplomado como director de cine en 1960, debutó con el largometraje Nueve cartas a Berta (1965), una pieza que resultó clave en lo que se dio en llamar Nuevo Cine Español, ganadora de la Concha de Plata a la Mejor Opera Prima en el Festival de Cine de San Sebastián y que, sin embargo, tuvo que esperar tres años para su estreno comercial.
En 1969 rodó Del amor y otras soledades, mutilada por la censura, y en 1971 Canciones para después de una guerra, una singular y emocionante radiografía crítica de la posguerra, que también sufrió la censura durante cinco años. Como respuesta a los censores, Martín Patino filmó en la clandestinidad Queridísimos verdugos (1973) y Caudillo (1977).
Con la llegada de la democracia, el cineasta fundó su propia productora, La linterna mágica, desde la que ha alternado sus trabajos de ficción y documental con títulos como Los paraísos perdidos (1985), Madrid (1987) y Octavia (2002), su último largometraje de ficción.
Su producción, aunque se ha dilatado en el tiempo, ha recibido homenajes y ha sido material de estudios y ciclos, como el mencionado que le dedicó el Festival de Valladolid. El realizador afirmó al recoger la Espiga de Honor que “lo bueno de recibir este homenaje es que, dada la gran labor de Fernando Lara y el prestigio de la Seminci, salimos del contexto del espectáculo y entramos en lo surge verdaderamente es el cine, algo que para mí es importante, dado que no me gustan los festivales. Lo malo, tratándose de uno mismo, es que lo siento como una labor de archivo, casi arqueológica.
Martín Patino, durante el rodaje de ‘Libre te quiero’
Tal como recuerda el libro “50 años de la Semana Internacional de Cine de Valladolid. Una ventana al mundo”, de César Combarros Peláez, en la ceremonia de clausura, Patino afirmaba que “hace cuarenta y muchos años, cuando en esta tierra de Castilla queríamos ver cine tuvimos que inventarnos los cenáculos del cineclub. Por esas fechas nacía la Seminci, uno de los festivales de más prestigio y más queridos del mundo”, para dedicar el premio a Lara y Pérez Millán, “que han creído en mi trabajo. Medio siglo después, se cierra un paréntesis con honor”.
Libre te quiero, en Tiempo de Historia
Lo que no imaginaba Patino en ese momento es que ese paréntesis volvería a abrirse, ya con Javier Angulo en la dirección del Festival, con el estreno en la sección Tiempo de Historia de la 57 Semana del que ahora es ya su último trabajo. Basilio Martín Patino, en su reencuentro con la Semana después de una década de ausencia, presentaba Libre te quiero (2012), un documental de 60 minutos de duración, rodado sin guion previo pero con el objetivo de documentar la indignación de las manifestaciones del 15M y la construcción de la Acampada Sol.
Estos acontecimientos son vistos por Patino con un estilo impresionista, próximo al documental puro, donde intenta que sean las imágenes las que se expliquen por sí solas. Fue la última piedra que Basilio Martín Patino colocó en su brillante carrera. Como en algunos de sus trabajos más recordados, recurrió al documental para dejar constancia de un momento muy concreto de la historia de España.
En Libre te quiero refleja el descontento, el hartazgo de millones de personas que el año pasado salieron a la calle para protestar por el clima político, económico y social que vive el país. Superados los 80 años, el cineasta salmantino rodó una película sobre, según sus palabras, la “alegría” de un movimiento, el del 15M, que convirtió la Puerta del Sol de Madrid en un símbolo de resistencia.
Basilio Martín Patino abrió ese paréntesis del que hablaba con su visita a Valladolid, en 1967, para participar en la constitución de la llamada Joven Crítica Cinematográfica (Jocrici) e intervenir en una mesa redonda junto a nombres como José Luis Garci, Fernando Lara, Josefina Molina o Jaime Chávarri, entre otros. En 1977 y 1990 fue miembro del Jurado Internacional de un Festival que había incluido su obra en el ciclo de la 26 Semana sobre “Aquel nuevo cine español de los sesenta” y había elaborado la publicación “Artilugios para fascinar. Colección Basilio Martín Patino”, que acompañaba a una exposición –hoy permanente en la sede de la Filmoteca de Castilla y León- de 115 piezas pertenecientes a la colección privada del director salmantino.
Entre los numerosos reconocimientos recibidos a lo largo de su vida, destaca la Medalla de oro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, concedida en 2005 como reconocimiento a una obra que “representa los valores imperecederos de la apuesta por un cine inteligente, complejo e inmerso en la realidad y la evolución de un país”, tal como señalaba la institución en su argumentación del premio.