Imágenes de Patricia Cacho / El Norte de Castilla
26/02/2019.- La edición de 1989, la número 34, regaló a la Semana Internacional de Cine de Valladolid, SEMINCI, uno de los momentos más especiales de toda su historia. Fue sobre el escenario del Teatro Calderón, cuando el cineasta Stanley Donen, fallecido el pasado sábado, 23 de febrero, recibía el homenaje de la cita cinematográfica, que reivindicaba, así, en incalculable valor de sus películas, cumbre del cine musical. El agradecimiento del realizador norteamericano fue inolvidable: se apartó tímidamente del micrófono y, «en recuerdo de Fred Astaire», bailó claqué.
Al recibir el galardón de manos de Fernando Lara, director del festival en aquella época, dijo Donen: «No voy a nombrar a todos los que me ayudaron en mi carrera, pero sí quisiera mencionar a alguien a quien admiré de pequeño y que, en cierta medida, me llevó a hacer películas musicales». Se refería, claro, a Astaire: «A los nueves años fui al cine, descubrió el género y a un hombre que me fascinó. Por eso aprendí baile, por eso me dediqué al cine, y por eso puedo estar hoy aquí». Tras el breve número de claqué, el Calderón estalló en aplausos, un caluroso preámbulo a la proyección de Charada (Charade, 1963).
Fue en el festival vallisoletano donde se organizó el primer ciclo completo en torno a su filmografía y se redescubrió su obra. «Hasta que lo anunciamos, nadie se había acordado de él, incluso se producían injusticias tan notorias como la atribución exclusiva de Cantando bajo la lluvia a Gene Kelly, y a él ni lo nombraban», contaba el crítico de cine Juan Carlos Frugone, director adjunto de Lara durante nueve ediciones de Seminci, responsable de traer a Donen hasta Valladolid. Precisamente, fue también Frugone quien firmó el libro Stanley Donen: …y no fueron tan felices para el festival, con la colaboración en el prólogo y el epílogo de John Russell Taylor. Ambos, Frugone y Russell Taylor, habían sido los únicos críticos en incluir una película de Donen en una encuesta sobre las mejores películas realizada por el historiador de cine John Kobal. Se trataba de Una cara con ángel (Funny Face), de 1957.
El realizador norteamericano reconoció sentirse «encantado» con el homenaje del certamen. «Al principio la idea me asustó un poco, pero al fin y al cabo, uno hace películas para que las vea la gente, y si pueden verlas todas juntas, tanto mejor», comentó. A su paso por Valladolid, Donen se dejó caer por los rincones más emblemáticos de la ciudad, cámara en mano. Le fascinó especialmente el Museo Nacional de Escultura. Viajaría después hasta otros puntos del globo para recibir más reconocimientos a su carrera. Por ejemplo, Londres, San Sebastián o Hollywood, que le otorgó el Oscar honorífico en 1998, ocasión en la que se animó de nuevo con el claqué, llevando el recuerdo de Seminci hasta la meca del cine.